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En los últimos años, prohibir las bolsas de plástico se ha vuelto algo popular. Pero, ¿en realidad funciona prohibir los plásticos? Recientemente hemos vivido un gran boom ecológico, gracias al cual hemos modificado la manera en que usamos nuestros recursos. Y aunque esto es esperanzador, también es causa de radicalismos que, en lugar de ser pensados y analizados de forma pertinente, han sido impulsivos y de esta forma dañinos para nuestra sociedad y la naturaleza. Ejemplo de ello, como mencionamos, son las prohibiciones.
En el mundo, son muchos los países que implementan las prohibiciones. Aunque la intención es positiva (la protección de la flora y fauna), promueven la idea de que el enemigo a vencer son las bolsas de camiseta.
Cómo funciona en otros países
Un ejemplo es Canadá. Ellos implementaron estas normativas en ciudades como Montreal, Victoria, Edmonton, Halifax y Vancouver. Sin embargo, los ayuntamientos y críticos del tema informaron que, contrario a lo que se buscaba, la huella de carbono y el uso de bolsas plásticas aumentó.
Este fenómeno se ha visto también presente en Queensland y New South Wales, ciudades australianas en donde el Territorio Capital Australiano reportó una disminución del 36% en las bolsas que llegan al vertedero. No obstante, también notó un incremento en la venta de bolsas de basura, las cuales poseen un mayor gramaje y densidad. Estas, por lo tanto, se convirtieron en un foco de contaminación. Sin mencionar que además vienen en diferentes presentaciones de color, lo cual representa un proceso de contaminación ambiental, debido a los químicos utilizados para poder colorear el plástico.
En Estados Unidos, de acuerdo con una investigación realizada en la Universidad Berkeley, el uso de bolsas de papel se disparó a más de 31 millones de kilogramos por año en California tras la prohibición de la bolsa de plástico en 2008. Sin embargo, las bolsas de papel de un solo uso requieren más energía, transporte y consumo de recursos naturales durante su proceso de producción.
La solución no es vetar las bolsas de camiseta, sino en emplear una mejor estrategia de uso, reutilización y captación para su reciclaje. Para esto, es necesario que la sociedad deje de buscar soluciones mágicas. En cambio, debemos ser parte del cambio. Es tiempo de ser usuarios responsables y agentes para la conservación del medio ambiente.
Bibliografía:
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